Mi primera intención era pintar mi vida
En brillantes colores.
Un cuadro lleno de rojos y verdes,
Una poesía sin temores.
Quería el sol del mediodía
Y la sombra azul del mar,
Un cielo teñido de naranja
Para poderte amar.
Pero el pincel se secó.
El dinero, ya no estaba.
Y mi lienzo quedó mudo,
En la tinta de una palabra.
Entonces, en blanco y negro,
Pinté mi corazón.
Y en esa ausencia de color,
Encontré mi única canción.
Fue en la simpleza del carbón,
En la suavidad de la nieve,
Donde mi alma se hizo libre,
Donde el sentimiento se atreve.
Y ahora mi poesía es un retrato,
Sin brillo ni color,
Pero con un fondo sincero
Y una verdad de amor.
